sábado, 27 de agosto de 2011

De tenerte



Nada de mi habrías podido encontrar.
Ni asomándote a la profundidad de mis ojos rojos de tu sangre y llenos del brillo de miles de ocasos de primavera y cientos de albas de otoño.
¿Cómo si no te atreves a ensuciar tus manos con el contenido de mi alma?



Apenas asomarse dentro provoca vértigo y una enorme desolación.
Un vasto, yermo y hermoso espacio en donde alguna vez fue todo sueños y esperanzas.
El silencio es lo único que no está.
Son murmullos, risas y sollozos, ecos todos de un tiempo mejor.



Conozco de antemano tu malsano gozo, revolviendo el polvo de antiguas batallas que descansa debajo de la sombra de un atávico bizarro.
Ahogándote con él, solo para así sentirme dentro de ti y perder el sentido en la decrépita sensación de mareo y éxtasis.
Mientras te observo retorcerte en realidad no te miro.
Apenas huelo el perfume fluir de ti.
Es lo más cercano que estaré de poder sentirte.