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Regresar a casa con la cabeza llena de números y dejar las cosas en la barra de la cocina y tomar lo que sea que hubiera para comer, encender la pipa y tirarme en el tapete. Pensar en ti.
Una tonada sigue sonando dentro de mi mente e imagino que estás conmigo, porque lo estás. Pero todavía no.
Hay todavía sol asomándose en la zotehuela que irradia de luz y calor al dormitorio. Vamos allá, hoy no quiero ver gente. Hoy quisiera estar contigo. Y ayer. Y mañana.
Me deshago poco a poco de ataduras empezando por las muñecas y el cinturón. Luego los tenis y dejo el resto de mis artilugios en el tocador. Me miro al espejo y casi me reconozco. Me miro a los ojos que guardo para verte a ti, para verte sonreír.
La luz se descompone al entrar por la ventana -como si todo dentro se hubiera impregnado de humo e igual que las ideas se hicieran más reales- y puedo tocarla.
Me recuesto en la cama y juego con la luz. Siento que es así como eres, como la luz y su misteriosa naturaleza. Bella y casi intangible. ¿Dónde estás que no estás conmigo?
"Es parte de tu encanto", el estar conmigo. Gracias.
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Somo tan tibios
Hace 12 años