sábado, 27 de octubre de 2007

Un@ de dos...

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con el cuidado que la tarea lo merece, salgo a la fresca brisa de la mañana. El sol le da un toque tan real a lo que toca, que por momentos pareciera parte de una ultrarealidad escapada de alguna fantasía de mi propia niñez. Me imagino entonces al niño que me observara. A el para él, monumental hombre que se impone a lo que todos llaman el frío. Viéndolo imponerse a la temperatura con el tiemple que solo podría verse en las montañas o en los hombres sin corazón. Cuál de los dos podría ser este ser de bruno atuendo?

Despierto de mi momento de autoretrospección cuando me pongo las gafas oscuras... ayudan, ahora lo sé, a disfrazar un poco la realidad. La de mis ojos cansados y la del mundo tan lleno de luz que me envuelve. Es agradable envolverse en un halo de misterio... ya que el halo de miseria ha estado siempre conmigo y de ese, aunque así lo deseara, no podría desprenderme.



"Saquémonos el corazón/dejemos nuestras vidas atrás/...veré salir las estrellas"

No pienso hacerlo más, eso de poner al descubierto tan delicada pieza metafísica de mi mismo, no creo que sea lo más conveniente al menos por ahora. Está seguro bajo varias capas de tela, piel, hueso y frío. Es además más interesante ver a la luna en este décimo mes del año. En que por la alineación parece tomar una inmensidad que me atrae y hace que pueda pensar en lo inimaginable. Y otra vez, me doy cuenta que es en este mes que elijo el rumbo del año venidero. Qué razón tenía don José Arcadio Buendía "...el tiempo solo da vueltas". No es el mismo, pero sí da vueltas le diría yo...

Ayer tuve mucho tiempo para pasarlo conmigo mismo. Y 600km después, estaba de regreso en donde empezé y me di cuenta de que en realidad no me había movido mucho que digamos. Ahora tenía la certeza de que conocía el camino de las 3 horas. Pero seguía pensando que el de los 5,000km terminaba aqui. En realidad sentí que alguien me lo dijo al oído izquierdo mientras conducía por sobre las 120mph. De reojo distinguía un enorme ojo plateado detenido en el firmamento por largos destellos lánguidos y vivientes... a la izquierda de nosotros se encuentra nuestra mejor consejera, nuestra muerte; aunque sé que era la luna la que cuidaba el devenir físico de mi ser... quién sería entonces mi consejera esa noche?
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