martes, 24 de febrero de 2009

Singing in the shower

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Siempre vendrán tiempos mejores. Esa tonada ochentera y barata es la que en mi mente está merodeando desde temprano. Como sea hay modos de lavarse las orejas. La voz de mi mujer llamándome a la regadera y la melodía de ensueño que reniega de las alarmas y las sorpresas. Hacen el truco en conjunto.

Me paseo a través de la pieza en cuestión... e imagino un ente solitario que no tuvo más opción que vivir con la corriente y llenarse el corazón de mierda y la vida de basura. Llegando al ominoso punto de estar resentido con el mundo, solo pidiendo un descanso de todo eso.

Me lo imagino planeando una venganza en silencio, mas no en calma. Mandando regalos a los principales culpables de su malestar. Destinados a destruir sus lugares de tortura. El lugar en que trabaja, la oficina de gobierno, el banco... el fracaso, la burocracia y sus deudas.


Y una última noche. Que es el momento del día en que todos sus demonios convergen en su ser, en su vientre lleno de ácido y dolor recabado. Es el último.

Y al brillar el sol nuevamente, y no hay a donde ir a trabajar; no hay trámites de pensión que no avanzan; no hay deudas que saldar. Ya no hay alarmas y no hay sorpresas. Incluso sabe bien del grupo de asalto que está tras su puerta, que no sabe que tras de esta está el último regalo de urea explosiva que no será mayor sorpresa que las otras tres.


El agua ya está fría y es hora de desayunar. Hay que ir a la oficina


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1 comentario:

MayrAss dijo...

Holas¡
iniciando tu día con no alarmas y no sorpresas¡¡¡