miércoles, 4 de marzo de 2009

The Room

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Cuando me muevo en sus paredes me siento tranquilo. A pesar de que sé que la tristeza se aloja en aquel lugar. Y cierra las puertas con soledad y le echa la llave del silencio.

Ni así deja de entrar la luz en cada hueco. Porque además está lleno de recuerdos y de lágrimas que nunca secaron. De callados reclamos y la sensación de nunca poder culminar nada.

Cuando tenga tiempo me pondré a pintarla. Tal vez con un poco de color y de música pueda desmenuzarle algo de felicidad en el piso que está bien manchado de maquillaje y cera a discreción.

El otro día nos metimos a sacar una mesa. Es bien raro que no tiene nada de polvo como si a pesar de la quietud el ambiente no dejara que ya nada se acumule en lo que ya hay embarrado en todos lados.

Me gusta el lugar a pesar de todo lo malo. Será que cuando necesitaba estar solo conmigo me sirvió de amasijo de ideas disparatadas y de carne trémula y de cobijo ilegal para mis desvelos.

Igual, pronto me cambio de casa y el lugar se queda. Ojala que los que lleguen no se espanten... total es solo una mazmorra disfrazada de recámara.

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