martes, 16 de junio de 2009

Océano de Ruido

Original del 24 de Abril del 2003

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Créeme, yo se lo que es esto. El no dejar nunca de pensar… el pensar en dejar de hacerlo para entrar en un infinito dialelo implícito al pensar en no pensar.

Entrar en un razonamiento que nos lleva a otro, y este a otro y este… el poner en tela de juicio lo que sea hasta el fastidio.

El saberse infeliz, solo y hasta ignorado para refugiarse en la idea de no necesitar a nadie y negar nuestra naturaleza social.

A veces el saber mismo nos conduce a la dicha misma de ello: de saber. El poder lleva a nuestra mente a estados de reflexión tan enmarañados que solo a algunos se les ha concedido el poder de plasmar en toda su complejidad en una obra que solo él comprende y de la que el resto solo especulamos. Contadas excepciones captan la idea, solo debido a que ya alguna vez pasaron por ese estado mental.

Luego, después de pensar y pensar, y aprender y aprender, de saber y saber, nos damos cuenta de que somos infelices; de que ya no podemos ver el mundo con curiosidad, ni con inocencia y nos volvemos fríos y callados. Con una capacidad de asombro mutilada… casi nula. Nos hacemos pesimistas y negativos y lo peor es que lo sabemos. Como desearía no saber nada… No puedes preocuparte por algo que no conoces. Pienso que los animales son felices. Tal vez el razonar no sea un don del todo.

Ser un ente pensante es como asirte con todas tus fuerzas a la nave de la vida que se mueve sin miramientos por el caudal del tiempo. Solo que los que pensamos nos damos cuenta de que la nave esta repleta de agudas puntas y filos punzantes que nos lastiman, pero nos mantienen enganchados a la nave.

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No sé... me lo encontré.

3 comentarios:

Memorias Educadas dijo...

Solo que los que pensamos nos damos cuenta de que la nave esta repleta de agudas puntas y filos punzantes que nos lastiman, pero nos mantienen enganchados a la nave.

Me encantó. Quisiera poder decir más al respecto pero, no sé, aunque suene irónico o lo que sea, me dejó pensando en la posibilidad de no pensar.

Quizá tienes razón, los que piensan están condenados en cierto modo. No pueden vivir la vida de una manera espontánea y un tanto ingrata, pero tienen la posibilidad de evitarse daños y perjuicios como los locos que vivimos impulsivamente.

Meta-Luis dijo...

Es viejo el escrito. No podía dejar de pensar en que solo quería descansar... era martirizante.

Ahora que lo pienso (já!), en realidad no pensaba mucho las cosas y era, como bien dices, impulsivo.

Tal vez eran solo remordimientos... ,p

Gracias por tu comment.

Memorias Educadas dijo...

Me gustó mucho esa canción de Arcade Fire. Me ha dado qué pensar (otra vez con las paradojas).

Martirizante. Qué bonita palabra. Es como que muy musical, muy poética.

Nunca vuelvas a hacerlo, no te dejes llevar por el remordimiento. Generalmente no funciona.