martes, 8 de septiembre de 2009

Faith no More

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-Ya todo está bien, dijo la voz y mis brazos se desplomaron a mis costados.

Siento aun un tibio caudal saliendo de los orificios de mi cabeza, incluidos los de mis sienes.

-Ya no llores, ya no te preocupes. Sientes eso? Es la nada de mi voz que llena todo eso que había dentro de tu pecho.

Era cierto, pensé en mi espalda que llevaba horas recargada en la pared y no sentía ya la molestia. Tampoco el frío del piso. Ni el frío de sus palabras.

Recuerdo un sonido como aparatoso que acababa de ocurrir, pero no era el del disparo, sino el del arma aplastándome los dedos al chocar con el piso.

A eso se resumía todo lo que fui en el cuarto de siglo que duró mi andar carnal por el mundo.

Intentaba recordar algo de lo que me había llevado hasta ahí, pero no podía. Supongo que ahora soy feliz.

-Si, así es. Ahora eres feliz.

Todo se desvanece. Mi percepción sensorial. Mi conciencia. Mis palabras. Y el dolor. El miedo. Todo se fue. También la esperanza, que de hecho, ya no sé que es.
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